El jefe de la Iglesia Católica
chilena defendió las palabras del Papa sobre Bolivia y el mar como las de un pastor, no un
político. Pero Francisco no es sólo un pastor, sino también
un líder político, en su calidad de jefe del Estado Vaticano.
En esa condición fue un facilitador fundamental del acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, que se traducirá en cuestión
en días en el restablecimiento de relaciones diplomáticas plenas entre esos dos
países, con embajadas en Washington y en La Habana. Pura diplomacia, pura
política… Ni Obama ni los Castro son siquiera católicos.
Como jefe de Estado, cuestión que el mismo Papa se encargó
de recordar a bordo del avión que lo llevaba de vuelta Roma después de su gira por
Ecuador, Bolivia y Paraguay, habla también como un
eventual facilitador (otra expresión que él mismo usó) o mediador en un
hipotético momento futuro que pudiera convocar a Chile y Bolivia, escenario que Francisco reconoció como lejano, pero posible.
Nuestra cancillería ha dicho hasta el cansancio que con
Bolivia no hay nada que someter a mediación, porque hay un tratado vigente que
resuelve de manera perpetua todo asunto de límites entre los dos países.
Pero si producto de cualquier cambio de escenario, o de
criterios, en Chile o en Bolivia, se allanare el camino hacia la hipótesis de
la mediación, tenemos la impresión de que el Papa, en los hechos, se autoinhabilitó para ello.
Francisco habló del mar acogiendo los mensajes de Bolivia, y
no de Chile; con su expresión grave y sentida al mencionar “el mar”, empatizó
con su audiencia boliviana, y se distanció de la chilena; y al considerar “no
injusto” el anhelo boliviano, avaló con un juicio de valor la demanda de
Bolivia, y no la defensa chilena del respeto a los tratados.
Es verdad: El Papa no se declaró abiertamente partidario de
Bolivia y contrario a Chile en este tema. Pero sí hay razones para pensar que
su posición no es imparcial; en el último de los casos, y siempre en el terreno
de lo eventual, Chile tendría razones para recusarlo como mediador
o como árbitro. Quizás sólo haya salvado una posible condición de
facilitador de un acercamiento y, en este caso, más como pastor que como jefe de un Estado que hoy no podríamos considerar neutral.
Diríamos entonces que el Pontífice anticipó juicios y
consideraciones y ya es inhábil para mediar. Y por lo tanto, diríamos
también que esa hipótesis (si ya estaba descartada oficialmente por Chile),
quedó sepultada con sus palabras sobre el mar.
Dada vuelta esa página, en consecuencia, sí vale la pena analizar
los resultados obtenidos por Bolivia y por Chile en este capítulo. La estrategia de
Evo Morales ha sido indudablemente exitosa; logró lo que buscó sistemáticamente
del Papa, en Bolivia y en el avión de vuelta. ¡Dos veces!, lo que sugiere que lo
primero no fue una improvisación, sino el producto de reflexiones hechas y
derechas de Francisco. Antes de tomar su avión a Roma, Francisco ya había alcanzado a conocer la reacción chilena a sus palabras en La Paz y, aun así, dijo lo que dijo en vuelo.
En cambio, Chile no ha logrado nada en ese terreno: el
político y comunicacional. Morales puede armar ya una lista de jefes de estado
y líderes internacionales que han apoyado su causa, desde los hermanos Castro a
Humala, desde Chávez y Maduro a Cristina Fernández… ahora, la lista incluye al Papa.
Chile no tiene un solo nombre de algún jefe de Estado
o líder internacional que se haya pronunciado a favor. Ninguno. Lo más que ha
logrado son algunas posiciones neutrales, que validan que se trata de un tema
bilateral; pero nadie ha apoyado el argumento chileno sobre el mar y las
fronteras.
Mucho se habló de los 45 largos minutos que conversó la presidenta
Bachelet con el Pontífice en la Santa Sede el mes pasado; de las giras por el mundo
de los ex presidentes Frei, Lagos y Piñera… Hoy se informa de las visitas del
ex secretario de la OEA, José Miguel Insulza, por un par de países vecinos. Pero digamos que, hasta ahora, nada de
eso ha funcionado.
Esa estrategia ha fracasado.
¿Que esperemos la decisión de La Haya?
A estas alturas, debiéramos tener claro que, tal como
anunció Evo Morales en su día, incluso con un fallo favorable a Chile, esto en
La Haya no termina.