miércoles, 15 de julio de 2015

Vaticano no neutral


El jefe de la Iglesia Católica chilena defendió las palabras del Papa sobre Bolivia y el mar como las de un pastor, no un político. Pero Francisco no es sólo un pastor, sino también un líder político, en su calidad de jefe del Estado Vaticano.

En esa condición fue un facilitador fundamental del acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, que se traducirá en cuestión en días en el restablecimiento de relaciones diplomáticas plenas entre esos dos países, con embajadas en Washington y en La Habana. Pura diplomacia, pura política… Ni Obama ni los Castro son siquiera católicos.

Como jefe de Estado, cuestión que el mismo Papa se encargó de recordar a bordo del avión que lo llevaba de vuelta Roma después de su gira por Ecuador, Bolivia y Paraguay, habla también como un eventual facilitador (otra expresión que él mismo usó) o mediador en un hipotético momento futuro que pudiera convocar a Chile y Bolivia, escenario que Francisco reconoció como lejano, pero posible.


Nuestra cancillería ha dicho hasta el cansancio que con Bolivia no hay nada que someter a mediación, porque hay un tratado vigente que resuelve de manera perpetua todo asunto de límites entre los dos países.

Pero si producto de cualquier cambio de escenario, o de criterios, en Chile o en Bolivia, se allanare el camino hacia la hipótesis de la mediación, tenemos la impresión de que el Papa, en los hechos, se autoinhabilitó para ello.

Francisco habló del mar acogiendo los mensajes de Bolivia, y no de Chile; con su expresión grave y sentida al mencionar “el mar”, empatizó con su audiencia boliviana, y se distanció de la chilena; y al considerar “no injusto” el anhelo boliviano, avaló con un juicio de valor la demanda de Bolivia, y no la defensa chilena del respeto a los tratados.

Es verdad: El Papa no se declaró abiertamente partidario de Bolivia y contrario a Chile en este tema. Pero sí hay razones para pensar que su posición no es imparcial; en el último de los casos, y siempre en el terreno de lo eventual, Chile tendría razones para recusarlo como mediador o como árbitro. Quizás sólo haya salvado una posible condición de facilitador de un acercamiento y, en este caso, más como pastor que como jefe de un Estado que hoy no podríamos considerar neutral.

Diríamos entonces que el Pontífice anticipó juicios y consideraciones y ya es inhábil para mediar. Y por lo tanto, diríamos también que esa hipótesis (si ya estaba descartada oficialmente por Chile), quedó sepultada con sus palabras sobre el mar.

Dada vuelta esa página, en consecuencia, sí vale la pena analizar los resultados obtenidos por Bolivia y por Chile en este capítulo. La estrategia de Evo Morales ha sido indudablemente exitosa; logró lo que buscó sistemáticamente del Papa, en Bolivia y en el avión de vuelta. ¡Dos veces!, lo que sugiere que lo primero no fue una improvisación, sino el producto de reflexiones hechas y derechas de Francisco. Antes de tomar su avión a Roma, Francisco ya había alcanzado a conocer la reacción chilena a sus palabras en La Paz y, aun así, dijo lo que dijo en vuelo.

En cambio, Chile no ha logrado nada en ese terreno: el político y comunicacional. Morales puede armar ya una lista de jefes de estado y líderes internacionales que han apoyado su causa, desde los hermanos Castro a Humala, desde Chávez y Maduro a Cristina Fernández… ahora, la lista incluye al Papa.

Chile no tiene un solo nombre de algún jefe de Estado o líder internacional que se haya pronunciado a favor. Ninguno. Lo más que ha logrado son algunas posiciones neutrales, que validan que se trata de un tema bilateral; pero nadie ha apoyado el argumento chileno sobre el mar y las fronteras.

Mucho se habló de los 45 largos minutos que conversó la presidenta Bachelet con el Pontífice en la Santa Sede el mes pasado; de las giras por el mundo de los ex presidentes Frei, Lagos y Piñera… Hoy se informa de las visitas del ex secretario de la OEA, José Miguel Insulza, por un par de países vecinos. Pero digamos que, hasta ahora, nada de eso ha funcionado.
Esa estrategia ha fracasado.

¿Que esperemos la decisión de La Haya?

A estas alturas, debiéramos tener claro que, tal como anunció Evo Morales en su día, incluso con un fallo favorable a Chile, esto en La Haya no termina.

martes, 14 de julio de 2015

El tiempo apremia


El gobierno y en particular la presidenta Bachelet enfrentan un escenario apremiante, luego del vuelco que van a sufrir los planes de gobierno en vista de la situación económica.

1. Esa situación económica es objetiva y más adversa de lo que se pensaba. Hacienda hasta ahora ha buscado bajar expectativas y corrigió la suya propia, al recortar su cálculo de crecimiento para este año desde 3,6% a 2,5%; un recorte de más de un punto, como no habíamos visto en años. 

Pero lo peor es que los datos duros de inversión y de comercio exterior chileno (que es clave en una economía abierta como la nuestra; si no lo fuera, seríamos mucho más pobres), auguran más correcciones en los meses que vienen. La inversión no es que se haya estancado este año; se ha desplomado. Y de eso dan cuenta también los derrumbes sucesivos que han tenido, por ejemplo, las importaciones de bienes de capital. 

Esto significa que se vienen tiempos largos en que este cuadro no va a repuntar. Este no es tema de los empresarios, como algunos quieren creer; ellos siempre se las arreglan: este es tema de los trabajadores y de las familias. En las crisis, son los ciudadanos de a pie los que más resienten los problemas.

2.  En buena hora llegó el sinceramiento y la responsabilidad; todos esperamos de nuestro gobierno esa actitud como conducta básica. Pero hasta ahora sabemos sólo una parte del cuadro, y sin precisiones. Veamos lo que se ha dicho: las reformas no podrán concretarse como estaba planeado; los objetivos se mantienen, pero los ritmos van a tener que cambiar… 

Metas y no plazos, como decía Pinochet en los 80, cuando el objetivo era volver a la democracia. Hasta ahora, aquí también, se han ratificado las metas, pero no hay luces sobre los plazos, salvo que van a ser más largos.

viernes, 3 de julio de 2015

El sermón de los deberes

Hay un sermoneo reiterado que venimos escuchando con paciencia, y que denuncia cómo hoy en día todo el mundo se ha volcado a las calles reclamando por sus derechos (de estudiantes, de trabajadores, de minorías sexuales... o el derecho a vivir en un ambiente descontaminado) sin reparar en los deberes.
Pero es posible que el bendito sermón de los deberes esté errando el foco y la estrategia.


Millones de hombres y mujeres nos levantamos cada día, con una conciencia hasta dolorosa de los deberes que enfrentamos. 
Desde siempre, los padres del mundo nos hemos tenido que despertar pensando en cuidar, alimentar y abrigar a nuestros hijos, si queremos plantearlo en términos ancestrales. 

El concepto del trabajo está impreso en nuestras conciencias desde hace milenios. El concepto del aprendizaje y del estudio está marcado a fuego en generaciones de niños y jóvenes, desde hace siglos.

Cada día, desde que sale el sol hasta que anochece, millones de trabajadores no hacen más que vivir cumpliendo tareas, encargos, obligaciones, misiones y cometidos. Las horas de cada jornada se hacen cortas para cumplir todo lo que tenemos que hacer, al punto que muchos sufren por la falta de tiempo para cumplir, por ejemplo, con las obligaciones de padre (o de hijo, hacia quienes nos necesitan desde su condición de adultos mayores).


La facilidad con que algunos privilegiados consiguen lo suyo hace frustrante para demasiada gente todavía, el cumplimiento cotidiano, ininterrumpido y muchas veces penoso de los diarios deberes personales.
Esa es la realidad de la abrumadora mayoría de los ciudadanos, trabajadores y contribuyentes, deudores permanentes y buenos pagadores...
¡No nos vengan, entonces, a hablar de nuestros deberes, cuando no hacemos otra cosa que cumplir deberes desde que nos levantamos hasta que nos metemos a la cama! (¡donde también hay deberes que cumplir, dicho sea de paso!)