martes, 11 de diciembre de 2018

Populismo al día



¿Cuántos puntos habrá recuperado el gobierno desde el domingo, cuando se anunció que Chile no iba a aprobar el Pacto Migratorio de la ONU? ¿Cuántos puntos habrá perdido en estos días la oposición, que ha criticado duramente al gobierno por eso?

Detrás de la reacción aparentemente mayoritaria de apoyo a la decisión oficial, puede estar el mismo fenómeno que ha hecho prosperar el populismo en el mundo. Ojo con esto: Hay que atenderlo, no ningunearlo.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos dice textualmente en su artículo 13: “Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso el propio, y a regresar a su país”.

El artículo es incompleto, porque sólo habla de “salir” de un país; no de “entrar” a otro. Es cierto: la declaración de 1948 y los pactos posteriores no avanzaron más, porque no se ha conseguido un consenso internacional sobre la recepción de migrantes. Bueno, eso es precisamente lo que busca generar hoy el Pacto Migratorio. Regulando y ordenando, aunque se quiera leer, entender… o vender lo contrario.

Es cierto que la ONU puede necesitar con urgencia una puesta al día. Muchos nos preguntamos por qué no están las Naciones Unidas en algunos de los peores conflictos del planeta; cuestionamos que el control final lo tenga el Consejo de Seguridad de la ONU,  que integran de manera permanente e indefinida sólo las cinco potencias más poderosas con derecho a veto de cualquier resolución; nos violentamos cuando vemos que en su Consejo de Derechos Humanos figuren Estados como China, Cuba, Arabia Saudita, Venezuela, Filipinas, y varios de Africa, con regímenes que no se distinguen por su respeto de los derechos humanos.

Pero es el único foro global donde el mayor número de decisiones internacionales se toma mediante el sistema “un país, un voto”, lo que nos habla de una increíble democracia planetaria, que por algo quiere debilitar, si es que no destruir, Donald Trump. 

Más allá de razones y argumentos, Chile se sumó de un paraguazo al lote de países que están secundando a Trump en su empeño de socavar los acuerdos globales; restar incidencia a la ONU; levantar muros y barreras; y desbalancear los equilibrios de poder en el mundo.

martes, 4 de diciembre de 2018

Mandos frágiles




Los chalecos amarillos ganan en Francia: El presidente Macron agacha el moño y retrocede en la decisión de aumentar el impuesto al diesel.
Donald Trump se ablanda y suspende su guerra comercial con China, pero a cambio Xi Jinping cede y se compromete a comprar más productos a Estados Unidos, junto con respetar la propiedad industrial y no seguir copiando sin pagar los costos…
En Chile, el presidente renuncia a su plan de bajar el impuesto a las empresas y tiene que hacer concesiones en varios proyectos de ley, porque la oposición pone barreras en el Congreso.

La política está hecha de cosas como ésas: contiendas que terminan en concesiones; se negocia y se transa, en aras de acuerdos y de cambios siempre parciales. Cuando se logran, la realidad tiende a mejorar.

Donde las concesiones y las bajadas de moño se vuelven perversas, es en instituciones que deben funcionar de manera ordenada, sin deliberación democrática, porque su naturaleza las define de otra manera. Se deben al resguardo del orden y la integridad del Estado o al control del funcionamiento de ese Estado.

Es lo que está pasando en varios organismos.

En Carabineros, los generales directores han tenido que responder, mal o peor, primero por la dafraudación a los chilenos que conocemos como el Pacogate, burlando a gobiernos y legisladores; luego por la invención e implantación de pruebas falsas; ahora por un crimen presuntamente cometido por sus efectivos y hasta por el posible desacato a las condiciones de una detención, si pensamos en el video del ex sargento investigado por el homicidio del comunero Catrillanca. No hay día en que alguien no plantee la renuncia del jefe de la policía.

En el Ejército, el comandante el jefe tiene que rendir cuentas, más allá del Milicogate, por sus imprudencias, reconocidas por él mismo, al hablar a sus subordinados precisamente tratando de mostrar autoridad, ante evidentes cuestionamientos internos. Tan evidentes, que también él mismo acusa cómo el mando en su institución está socavado por reiterados recursos judiciales de subalternos, que buscan revertir órdenes superiores.

En Contraloría, la segunda de a bordo derrota a su jefe en la Corte Suprema, dejándolo en entredicho por haber actuado de manera ilegal y arbitraria, a pesar de encabezar el organismo llamado, precisamente, a vigilar la legalidad y corrección de los actos de los funcionarios del Estado.

Si en democracia las cosas deben debatirse y los acuerdos negociarse de manera que posturas distintas confluyan en acuerdos y reformas que mejoren el país y el mundo en que vivimos, y ésa es la fortaleza y no la debilidad de la democracia… hay organismos donde los mandos frágiles no hacen sino poner en duda, y en una de ésas en peligro, la calidad y la seguridad de la propia democracia.