sábado, 30 de noviembre de 2019

Sobrepasados



No sólo los carabineros están sobrepasados.

Los chilenos estamos sobrepasados.

Los que estamos en los medios con vocación de responsabilidad, nos hemos pasado seis semanas tratando de confrontar hechos duros con esperanzas; poniendo en la balanza las peores noticias con las que dan luces de algunas soluciones; recogiendo dolores y expectativas, y administrando respuestas mezquinas o generosas, pero que no terminan de despejar ningún horizonte.

En esta montaña rusa de esperanzas y decepciones, demasiadas veces hemos pecado de candidez. 

A ratos hemos querido creer lecturas expertas de lo que está pasando... para darnos cuenta al final de que nadie tiene idea.

Y así, se escucha a personas sensatas llamando a evitar cosas tan tremendas como la confrontación entre chilenos; se declara el miedo a escenarios que creíamos tan inverosímiles como la interrupción de la democracia. 

Salidas trágicas que de pronto no se ven tan imposibles, porque, para empeorar el cuadro, algunos extraviados las quieren y las piden.

En las calles, la fuerza pública sigue estando donde no tiene que estar, mientras no se la ve donde debiera estar. Se violan gravemente derechos humanos y se arriesgan condenas y reparaciones que van a ser costosas, mientras la impunidad sigue prevaleciendo.

El gobierno arremete con una batería de proyectos que aumentan penas... pero que a duras penas tienen agua en la piscina política y que van a ser inútiles, si las policías no son capaces de dar con los responsables, detenerlos y presentar pruebas contra ellos.

Es muy grave que el ministro de Hacienda tenga que reconocer que el país está secuestrado por la delincuencia. 

Es exactamente lo que los chilenos estamos viendo todos los días, pero puesto en palabras del jefe del equipo económico explica en buena parte por qué los capitales se están yendo y el dólar se dispara.

El gobierno se muestra incapaz de administrar el Estado, controlar el orden público, cuidar la economía y mantener la gobernabilidad. 

La oposición, dividida, desorientada y ensimismada, no parece ser hoy alternativa para manejar el Estado, restaurar el orden, recuperar la economía y asegurar la gobernabilidad.

Parte de ella parece festejar el clima que vivimos,  despreciando toda responsabilidad política.

Por eso los chilenos estamos sobrepasados. 

No queremos perder la esperanza, porque en medio de todo hay quienes proponen, hay ideas dando vueltas, y siempre pueden surgir candidatos a liderar caminos sensatos al futuro... 

Más nos vale que sea así, porque en el escenario desolador de estos días, las encuestas empiezan a capturar las peores alternativas imaginables.

jueves, 21 de noviembre de 2019

El pacto pendiente

Ya tenemos un "acuerdo por la paz y una nueva Constitución"; ahora, un entendimiento social.
Pero irrumpe otro “pendiente”: un gran pacto por el crecimiento.
#ElADNdelDía



Apenas se logró el acuerdo por la paz y una nueva constitución, hacíamos ver hace una semana que sólo se iniciaba un trabajo que va a tomar dos años. Y advertíamos que la clase política tenía que abocarse ya, a la agenda de las urgencias.

No está nada de mal constatar siete días después, que el gobierno y la oposición lograron en el Senado un gran entendimiento social. 

Incluye un reajuste sustantivo de las pensiones básicas, priorizando a los adultos mayores de edades más avanzadas  primero; transporte público a mitad de precio para todos los adultos mayores y en todo el país, sin diferencias; acceso a medicamentos, por fin a precios razonables, en una reforma estructural de este mercado que todavía hay que precisar; y también en salud, un aumento relevante del gasto público per cápita.

Ninguna de estas medidas, más otras en proceso, resuelve por sí sola y ni siquiera en conjunto, las necesidades planteadas en las movilizaciones de estas semanas. 

Falta definir los cambios al sistema de AFP, las isapres, falta el CAE... Falta mucho. Pero reconozcamos que hace un mes, lo ya anunciado no era ni siquiera imaginable en Chile.

Si el entendimiento logrado en el Senado se ratifica en la Cámara,  quizás podamos decir que la clase política está respondiendo, aunque siempre haya deshonrosas excepciones.

Si una mayoría de chilenos razonables acoge estos acuerdos al menos como el inicio de un camino en la dirección deseada, los grupos extremos, los maximalistas, y en particular los que no quieren cambios, sino solo conflicto, en la forma de violencia y destrucción... esos grupos van a quedar cada vez más aislados.

Pero las tareas ni con eso van a terminar. 

Dibujada la ruta constitucional; abordada en parte la agenda de las urgencias, está cada día más claro que hay otra agenda pendiente: la del crecimiento. 

Pocos hablan de ella, porque suena lejana, pero también es urgente, y sobre todo para los más vulnerables; los que ya empiezan a sufrir la cesantía causada por el frenazo económico, y los que la van a enfrentar en los meses que vienen.

Hoy es más importante crecer que antes del 18 de octubre, porque hoy hay mucho más que financiar.

El nuevo equipo económico y la oposición tienen la oportunidad de dar forma a otro gran pacto, que, ahora de verdad, y con una cancha mucho más pareja, haga posible una sola cosa: que los chilenos pensemos lo mismo que el millón y medio de inmigrantes que han llegado por estos lados en los últimos años, convencidos de que Chile es el mejor país para vivir en América Latina.

viernes, 15 de noviembre de 2019

La primavera de Chile





El "acuerdo por la paz y una nueva constitución" conseguido en la madrugada de este 15 de noviembre de 2019 deja grabada esta fecha en nuestra historia política y no vamos a olvidar nunca esta primavera de Chile.

Pero lo que no debemos olvidar tampoco es que millones de chilenos van a seguir viviendo su crudo invierno de todos los días, ahora dificultado para muchos por la violencia y la destrucción, o pronto por la cesantía y la inminente recesión.

El costo del cambio y de la esperanza es un costo social. 

Hemos visto en estos días los testimonios generosos de quienes dicen: "sí, me estoy demorando dos horas más por la falta de metro", o "estoy vendiendo menos" o "puedo perder la pega"... "pero si es por los cambios que necesitamos, vale la pena". 

Hay quienes han sido violentados por agentes del Estado, perdido los ojos o hasta la vida... y conmueve oír a algunos sobrevivientes diciendo también: "ojalá valga la pena". 

Pero no nos engañemos: pueden ser tantos o más los que han perdido la esperanza o endurecido sus miradas en estas cuatro semanas. Y nadie tiene derecho a exigirles que sean héroes de ninguna causa.

Los demás: los empresarios, el gobierno, los parlamentarios, y todos los que la estamos sacando barata, no podemos ignorarlos.

El camino constituyente que estamos iniciando no va a terminar antes de fines de 2021. Vamos a estar dos años en eso. Y millones de chilenos no pueden esperar dos años.

Antes de su acuerdo de hoy, la clase política, con todos sus defectos, sí ha logrado también sacar adelante reformas sociales con la actual Constitución, o a pesar de ella. Reformas que han puesto al Estado como actor clave de las soluciones.

Ahí tenemos el plan Auge de Lagos, el pilar solidario en pensiones de Bachelet I, el posnatal extendido de Piñera I, la gratuidad de Bachelet II... 

El sistema de pensiones está normado por un decreto, el 3.500... No se necesita una nueva constitución para reformarlo. 

Sí se requiere voluntad política, un acuerdo mayoritario en el Congreso y, fundamental: presupuesto. 

Por lo mismo, la economía chilena tampoco puede esperar dos años. Y otra vez: no es la nueva Constitución lo que va a hacer crecer el país de nuevo. 

Para crecer se necesita paz social y buenas políticas que den confianza, incentiven la inversión y generen empleos. Sólo así van a poder recaudarse los nuevos impuestos que permitirán financiar necesidades gigantescas.

La clase política en ejercicio, en el gobierno y el parlamento, acordó delegar el cambio de la constitución en la ciudadanía.

En buena hora, porque esa clase política tiene que abocarse ya, por completo, y en serio, a la agenda de las urgencias.