lunes, 29 de octubre de 2018

Pensiones: Impuestos son la clave




El gobierno mostró sus cartas y ya está anunciada la reforma previsional. No hay sorpresas mayores, aunque sí en algunos detalles, como la libertad que tendrían las AFP para repartir parte de sus ganancias entre sus afiliados, o para rebajar comisiones a los que coticen más tiempo en ellas. Libertad, no obligación.

En lo demás, la reforma confirma las propuestas de campaña y los anuncios hechos con antelación a la cadena nacional de este domingo.

No nos vamos a detener aquí en la discusión ideológica, porque obviamente el presidente no iba a sorprendernos anunciando un sistema de reparto o terminar con las AFP.

Claramente, para el gobierno tiene que mantenerse la capitalización individual, los trabajadores no tienen que cargar con el financiamiento de las pensiones de otros trabajadores, y es rol del Estado hacerlo. 

Ojo: no sólo las pensiones de los más pobres, sino ahora también, en parte, las de la clase media.

Pero aquí está el punto: si es el Estado el que financia, obviamente lo hace vía impuestos. La idea detrás de esto es que, en vez de los mismos trabajadores, sean los más ricos los que financien con sus impuestos las pensiones de los que menos tienen.

Pero la pregunta es: ¿pagan en Chile los más ricos realmente más impuestos? 
Los defensores de la reforma tributaria de Bachelet dicen que ahora sí, gracias a esa reforma. De hecho, la mayor crítica a la reforma tributaria de Piñera es que ella no va a hacer pagar más impuestos a los más ricos, sino todo lo contrario.

A qué vamos con todo esto: a que, inevitablemente, se van a mezclar las discusiones parlamentarias de las dos reformas: la tributaria y la previsional. Y quizás es bueno que eso pase. 

Para la oposición, o parte de ella al menos, podría ser mucho más aceptable aprobar las propuestas del gobierno sobre pensiones, si los cambios tributarios realmente cargan la mano a los más ricos (ricos-personas, no empresas) para mejorar la vida de quienes menos tienen cuando llegan a viejos.

Probablemente en un esquema general como ése, sí habría al final, aunque suene sorprendente, un sistema de reparto mucho más justo.

Tuición civil en vez de tutela militar



El escándalo de los viajes a Europa o al Caribe de altos oficiales del Ejército con la familia, haciendo enjuagues con los pasajes a través de agencias de turismo que se prestaron para eso, es sólo el último capítulo de una larga historia. 
Una historia de corrupción en formas variadas, en la más antigua y más importante de las ramas de las FFAA, que por supuesto hemos pagado todos los chilenos.

Podemos entender que en los inicios de la democracia recuperada en los 90, con ejercicio de enlace y boinazo mediante, fiscalizar a las Fuerzas Armadas era utópico. Que con Pinochet al mando del Ejército, senadores designados y tutela militar vigente, el control civil de la gestión en Defensa no era una prioridad como hoy debe ser entendida.

Pero esas explicaciones no corren para los últimos 10 años, con Constitución reformada, sin senadores designados, con Pinochet muerto, y con presidentes como Bachelet y Piñera que llegaron al poder con gran capital político cada vez. 

Cuando acabamos de conmemorar los 45 años del Golpe y los 30 del NO, recién toma forma una reacción real de un presidente de la república para terminar con esa historia de fraudes. Es, por fin, un punto de inflexión, que el presidente Piñera define expresamente como poner control a la gestión militar, por el poder civil democráticamente elegido.

Para eso tuvo que haber otros que allanaran el camino: Para variar, periodistas que investigaron y revelaron las primeras hebras de esta madeja; diputados que investigaron y propusieron reformas; ministros en visita, especialmente una, que han indagado los delitos cometidos. 

El presidente Piñera puede inscribir su nombre a la cabeza de cualquier nómina de quienes han prestado servicios al país contribuyendo a esclarecer los hechos, terminar con la descomposición y generar nuevos estándares en  los intitutos de la Defensa, si más allá de terminar con la Ley Reservada del Cobre, que por fin ya está en curso… también es capaz de liderar una reforma en serio que dé vuelta las cosas y establezca ahora tuición civil verdadera a las funciones de esas FFAA. 

Y sobre todo si es capaz de imponerse a los recelos que sigue habiendo en una parte de su sector político frente a cualquier cosa que perturbe al mundo militar.

martes, 16 de octubre de 2018

El mundo no es el que creíamos que era




En Brasil, la última encuesta le está dando 59 por ciento de preferencias al candidato de la ultraderecha, Jaír Bolsonaro.

En Alemania, el partido de la ultraderecha AFD acaba de ganar 11 escaños en el parlamento de Bavaria, quitándole la mayoría absoluta al Partido Cristiano Demócrata de Angela Merkel. Ya es el principal partido de oposición alemán.

En España, las encuestas ya anticipan que el partido ultraderechista Vox podría entrar al Congreso de los Diputados en las próximas elecciones; su militancia ha crecido y hace una semana hizo noticia al juntar a casi diez mil personas en un acto público. 

Si en el Reino Unido se están aislando de Europa en el proceso que conocemos como el Brexit; los de Vox también postulan aislar la península de la Unión Europea.

En Francia, el Frente Nacional es la segunda fuerza política, y su líder Marine LePen disputó la segunda vuelta presidencial a Emanuel Macron. La izquierda quedó desplazada. 

En Italia, gobierna una curiosa coalición de derecha, antieuropea, anti democracia representativa, antisistema, que es todo un símbolo de los tiempos.

En Suecia, Austria, Dinamarca y otros países de Europa, incluso los que estuvieron en la órbita soviética como Polonia, la ultraderecha es tercera, segunda o incluso primera fuerza política.

En Estados Unidos Donald Trump no da visos de debilitarse cuando llega ya a la mitad de su mandato; veremos cómo le va en las elecciones legislativas de unos días más.

En Chile, los 20 años de la detención de Pinochet en Londres y las simpatías que su figura vuelve a despertar en un sector de la política chilena; el sólo hecho de que alguien se atreva en el Ejército a homenajear a un criminal de lesa humanidad generando aplausos; y tendencias como el apoyo mayoritario a la mano dura o a la salida de inmigrantes, son señales que hay que mirar.

Hay un tremendo desafío a las conciencias democráticas. 

Tiene que ver con respuestas a la gente.

El mundo no es el que creíamos que era.

lunes, 1 de octubre de 2018

Chile, ¿"embarrado"?



Nicolás Maduro acusa a Chile de estar "embarrado" en el supuesto atentado que sufrió el 4 de agosto.
Es más: apunta contra el pdte. Piñera con nombre y apellido.

La tesis no puede ser más delirante. En Chile sólo la dictadura mandó matar gente afuera, desde un ex canciller a un ex comandante en jefe, pasando por una lista de otras víctimas, independientemente de los resultados de esas operaciones criminales.

Si algún desquiciado de alguna instancia hubiera tenido algo que ver con los hechos de agosto en Caracas, tendría que responder muchas cosas... suponiendo que el atentado haya sido tal, lo que sigue generando demasiadas dudas viniendo las acusaciones de un régimen con credibilidad dañada.

Maduro está personalmente "informando" de una investigación criminal. ¿Acaso la está llevando él? Sus palabras no hacen más que dejar al descubierto que en Venezuela no hay justicia independiente, al punto el jefe de Estado prejuzga y emite sentencia previa. No es lo que se conoce como estado de derecho. 

Si hay alguien de Chile implicado en un hecho muy raro, primero tendría que decirlo la policía, asumirlo un fiscal, refrendarlo un juez, sancionarlo un Poder Judicial. 

Todo esto da razones para pensar que Chile sí podría ser “asilo contra la opresión” y proteger a los perseguidos por el régimen venezolano, hayan tenido o no que ver con los hechos.

Es, por lo demás, lo que Chile viene haciendo desde la administración Bachelet, acogiendo a venezolanos en riesgo, incluso jueces, en nuestra embajada en Caracas.

Si otros estados han dado asilo o quieren dárselo a chilenos, incluso condenados por crímenes gravísimos en Chile, a pesar de que aquí sí hay democracia y estado de derecho, sobrarían razones para refugiar y proteger a personas que sean perseguidas por Maduro, al menos hasta que puedan tener garantías de un debido proceso en Venezuela.