martes, 9 de julio de 2019

Venezuela: Bienvenidas miradas comunes

La izquierda chilena (no toda) asume como ciertos los crímenes contra los derechos humanos en Venezuela. El gobierno podría aprovechar esas miradas más comunes para consensuar mejor su política exterior... incluyendo la migratoria. #ElADNdelDía



Tuvieron que pasar varios días, para que finalmente en la izquierda chilena empezaran a fijarse posiciones claras frente a la dictadura venezolana y los atroces crímenes contra los derechos humanos que se están cometiendo en ese país, y que confirmó la alta comisionada de la ONU la semana pasada. 
¡Por fin! Después de tantos meses de ambigüedades y hasta negación de la realidad.
Está pasando lo que nos peguntábamos si iba a pasar, cuando conocimos el informe: si a lo ancho del espectro político chileno habría una visión más compartida sobre Venezuela, poniendo lo importante por encima del debate político doméstico en torno a la política exterior del gobierno. Por legítimo y necesario que también sea ese debate.
En buena hora, comienza a haber esa mirada compartida, aunque con excepciones: el Partido Comunista y algunas voces del Frente Amplio reclaman por la falta de referencias en el informe Bachelet a los intentos de golpe de Estado en Venezuela. Aunque golpe de Estado no ha habido. 
Lo que el informe de la ONU cuestiona son cosas que  sí han ocurrido y siguen ocurriendo en la “república bolivariana”.
Por enésima vez: la intervención extranjera allí sigue siendo de Cuba, China y Rusia. A Estados Unidos no le ha resultado nada en Venezuela. Sus intentos de derribar a Maduro hasta ahora han sido un fracaso. Los que han tenido éxito en sostenerlo, en cambio, son los chinos y los rusos. Y los que están dentro de Venezuela, de su gobierno y sus Fuerzas Armadas no son los gringos, sino los cubanos.
Ahora se abre una expectativa de diálogo entre la oposición que lidera Juan Guaidó y representantes del régimen venezolano. 
Con el alto auspicio de Noruega, cabe abrigar alguna esperanza de que ahora sí se produzcan avances hacia una recuperación de la democracia. Si las bravatas de Donald Trump no funcionaron, y tampoco lo hicieron los alardes de Cúcuta en ese ya lejano febrero, es posible que conversaciones serias en terreno neutral sí arrojen algún resultado.
Si algo como eso está más cerca, cobra más valor el consenso político en países como el nuestro frente a la crisis venezolana, porque se van a necesitar todas las fuerzas para respaldar una transición a la democracia en ese país, que sea verdadera, sostenible y progresiva. 
Y en ese nuevo clima, bien podría hacer el gobierno si trata de recuperar también los consensos políticos internos que perdió, al ejecutar su política exterior. 
Y eso incluye su política migratoria.

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