La megasequía está cambiando nuestro lenguaje y empezamos a barajar soluciones: recursos de emergencia, gestión del agua, desalar el mar, carreteras hídricas. Pero todas tienen consecuencias. #ElADNdelDía
La megasequía ya está golpeando a los chilenos y, entre ellos, los más pobres.
Entre los grupos humanos más afectados están los crianceros de cabras de la Región de Coquimbo Sur, y los pequeños agricultores de la Región de Valparaíso interior.
Illapel, Salamanca, Petorca, Cabildo, son hoy los nombres de la crisis.
Cada pocos días se suman las comunas declaradas “bajo escasez hídrica” o en “emergencia agrícola”.
El número va a seguir creciendo, y con ello el flujo de platas para morigerar en una parte el drama. Pero no hay recursos infinitos para enfrentar una crisis que va a durar un tiempo indefinido, mientras el mundo esté en emergencia climática.
Sequía estructural, decía en estos días el ministro de Obras Públicas.
Escasez hídrica, emergencia agrícola… Estamos incorporando esos conceptos a nuestro lenguaje. También ya hablamos de los negacionistas, para referirnos a los que desconocen el calentamiento global. Gente de tanto deterioro intelectual como los terraplanistas, pero más peligrosa.
También estamos aprendiendo que hay opciones, como mejorar la gestión del agua… pero cada vez con menos agua que gestionar.
O como desalar el agua del mar, que antes era muy caro y hoy es más barato… pero hay que devolver al mar la salmuera resultante, con un enorme daño ecológico si proliferan las plantas desaladoras por todos lados.
O las carreteras hídricas, emulando los acueductos romanos, para traer agua dulce de los ríos del sur… pero no se puede sacar esa agua ríos arriba, porque sería quitarla de donde está naturalmente para regar zonas enteras, en todo el recorrido de esos ríos; habría que sacarla desde las desembocaduras, pero eso es a nivel del mar, y bombear el agua para subirla a zonas interiores implica un alto gasto de energía . Además, quitar esa agua dulce que se mezcla con el mar también dañaría los ecosistemas en los deltas de esos ríos.
Nos gusta escuchar que como país tenemos las mayores reservas de agua dulce del planeta, en los Campos de Hielo norte y sur… ¿Pero hemos pensado si tenemos derecho a usarla? ¿Y qué va a pasar cuando un día no tan lejano las guerras ya no sean por el petróleo, sino por el agua… o los hielos?
Hay demasiado que estudiar y debatir. Pocas veces los científicos fueron tan importantes de financiar y de escuchar.
Nuestros gobernantes y líderes políticos harían mucho mejor en ocuparse de estos temas que de tantos otros que copan su tiempo por estos días.
La emergencia ya nos está empezando a pasar por encima.
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