martes, 21 de julio de 2009

El indulto y las víctimas

Este post y los que siguen son muy anteriores. En su momento, colaboraciones al blog de radio Duna. Son "reflotados" aquí como antecedentes de una nueva etapa.

1. Una observación de coyuntura: El revuelo de estos días en torno al indulto levanta principios morales y disquisiciones institucionales de fondo, pero parece desmedido: Tal como ocurrió para el Jubileo del año 2000, en una población superior a los 50 mil reclusos, apenas un par de miles serían los favorecidos con libertad inmediata. La mayoría de los beneficiarios posibles ya están libres, cumpliendo penas alternativas o en regímenes de libertad parcial.
No se entiende por qué estamos discutiendo sobre violadores de los derechos humanos, si ellos no están ni estarán nunca en un indulto de este tipo. La vez pasada quedaron fuera todos los homicidas, violadores, narcotraficantes, asaltantes, cogoteros... todos los reincidentes, todos los que tenían antecedentes anteriores, y todos los que no habían tenido buena conducta en la cárcel.

2. ...Y una reflexión de fondo:
Se ha dicho que la presidenta Bachelet se perdió una oportunidad al desechar el indulto a los condenados por crímenes contra los derechos humanos que actuaron cumpliendo órdenes, lo que sería especialmente lamentable considerando la historia personal de la presidenta Bachelet.
Pero si la presidenta fue víctima de esas violaciones de los derechos humanos, lo mismo que su madre y sobre todo su padre, debiéramos recordar que el derecho y la justicia, por definición, deben separarse de los sentimientos de las víctimas. El derecho existe precisamente para que no sean esos sentimientos los que se impongan; incluso, para proteger de ellos a las propias víctimas, que comprensible pero no justificadamente podrían abrir espacio a la venganza en vez de la justicia.
Lo que pasa es que esta consideración se nos olvida a diario, porque estamos llenos de políticos populistas que suelen atosigarnos con el discurso "políticamente correcto" que se enfoca sólo en las víctimas de la delincuencia, y que a veces hasta llega a validar la autodefensa personal en reemplazo del derecho. Y mucha gente, impresionada por la crueldad y la inherente injusticia de la delincuencia, tiende a acoger esa monserga.
Pero el derecho y el sistema de justicia existen precisamente para que no sean las víctimas las que determinen qué se hace con los criminales. Y si sacamos a las víctimas de esa esfera de decisiones, ¿por qué tendríamos que pedirles que sean ellas las que perdonen a los criminales? Parece injusto.
Si en el debate sobre el indulto tenemos en cuenta que la presidenta es una víctima, tendríamos que pensar: Tal como no queremos que como tal haya sido la encargada de juzgar y condenar, porque no está habilitada para eso, no tenemos derecho a pedirle que anule juicios y quite o rebaje condenas.
Negamos a las víctimas el derecho a juzgar, y en buena hora, pero las respetamos como tales y todos compartimos el anhelo de justicia para ellas. De la misma manera, debemos negarles a facultad de cambiar condenas, y más bien preocuparnos de mantener la justicia para ellas.

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