El presidente vuelve a anunciar "tiempos mejores", pero ninguna fuerza política "atina", combinando crecimiento y mejor Estado.
#ElADNdelDía
La semana empezó con un lunes negro: mientras nos contaban que la actividad económica apenas creció en un decepcionante 1,7 por ciento en el primer semestre, los mercados de todo el mundo temblaban, y siguen temblando, por la guerra comercial: China devalúa su moneda, las bolsas se desploman, el cobre y (menos mal) el petróleo, también caen, el dólar se dispara…
Y para más remate, junto con todo eso, se confirma en Chile el alza de las cuentas de la luz.
Primera reflexión: buena parte de nuestros destinos está en manos de los líderes más poderosos del mundo, que a ratos parecen también los más peligrosos del mundo.
Decisiones individuales de ellos remecen mercados y economías, y con eso las vidas reales de miles de millones de seres humanos.
Una segunda reflexión nos hace aterrizar en Chile: En medio de la incertidumbre y hasta la alarma por lo que pasa afuera, el presidente en persona promete un segundo semestre mucho mejor.
“Cóbrenme la palabra”, llega a decir. “Tiempos mejores”, parece anunciar.
Promesa de alto riesgo, teniendo en cuenta que si algo tiene al presidente Piñera con una desaprobación que duplica a la aprobación, es la frustración de las expectativas de crecimiento que generó durante la campaña; expectativas que por lo demás lo llevaron al triunfo.
Y un tercer pensamiento nos lleva a tomar conciencia del enorme vacío político que hay en el país, donde ninguna coalición, ni partido ni líder individual está concitando más confianza tampoco: las encuestas muestran a algunos “presidenciables” con apoyos del 10, del 12 por ciento.
Con esos números no hay por dónde.
Gente que se dedica a la historia y al análisis político advierte que es el escenario perfecto para el surgimiento del populismo.
Pero también una tremenda oportunidad para las fuerzas políticas con verdadera vocación de mayorías, de levantar las banderas del crecimiento, sin complejos; el fomento potente de la inversión, el comercio con el mundo… al mismo tiempo que un fortalecimiento del Estado que no puede seguir pendiente, con mano dura frente a colusiones, abusos, ganancias desmedidas, caídas de servicios básicos, y a la vez con prestaciones decentes a los ciudadanos que las necesitan.
Sí: siempre surgen voces clamando por unas u otras de estas cosas. Unas voces chocan con otras, en un debate de miradas más bien cortas.
Una combinación inteligente de todas las causas anteriores haría sentido quizás no a todos, pero sí a muchos: gente que vota o que podría votar.
Pero nadie levanta con consistencia, y con apoyos mínimos, esas banderas.
No todavía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario