martes, 30 de abril de 2019

Cuenta corriente presidencial. ¿Le queda saldo?

Los hijos del presidente en China, las contribuciones (no) pagadas en Caburgua...¿Seguirá siendo tan incombustible Sebastián Piñera? #ElADNdelDía




El revuelo causado por la presencia de los hijos del presidente en China es sólo uno de los hechos que vuelven a desafiar la inmunidad que ha tenido el mandatario, cuando él o su entorno han sido cuestionados con argumentos legales, éticos o estéticos.
A ese hecho se suman las revelaciones sobre el no pago de contribuciones (al menos, no las que debiera pagar) por su casa a orillas del lago Caburgua, en el mismo predio de la concesión marítima que hizo noticia en el verano.
Casi todos los analistas han coincidido en estos años: Piñera ha sido "incombustible" frente a denuncias y maledicencias: Banco de Talca, radio Kioto, caso Chispas, Lan Chile, informaciones privilegiadas varias, incontinencia financiera y bursátil, se ha dicho y escrito... todo le ha "resbalado"; a pesar de todo ha sido senador, jefe de su partido, dos veces presidente de la república. 
La razón que han dado los politólogos dice relación con lo que la opinión pública o buena parte de ella ha privilegiado: su inteligencia y sus capacidades técnicas, sus habilidades políticas que parecen haber neutralizado sus desaguisados verbales, las expectativas de crecimiento que muchos asocian a su perfil, la confianza en un bienestar que un hombre como él podría asegurar más que quienes han competido con él.
La pregunta ahora es si esas expectativas y esas confianzas se han debilitado o no en los tiempos recientes, y si el presidente Piñera sigue teniendo el saldo en la cuenta que parece haber tenido por tantos años. 
Sobre todo cuando vemos que el crecimiento se ha debilitado en estos meses y las reformas que iban a impulsarlo se han demorado un año entero, apenas se empiezan a discutir o ni se conocen todavía; el mejoramiento de las pensiones no tiene para cuándo...  También, acabamos de enterarnos, cuando el desempleo está en 6,9 por ciento; cuando la ventas del comercio, recién lo sabemos, cayeron en marzo; cuando este 30 de abril cientos de miles de chilenos hacen malabares para pagar sus contribuciones de bienes raíces mientras se conoce que él casi no ha pagado por su casa de veraneo en Caburgua; y también mientras sus hijos tienen acceso a un círculo privilegiado de empresarios chinos que ya se quisieran miles de emprendedores a quienes todo les cuesta mucho más...
Alguna conciencia parece que hay, si por enésima vez hay un vuelco en lo que ya es el fiasco de los medidores, ahora en sintonía con el reclamo de la gente. Una sintonía que coincide curiosa (o sospechosamente) en el tiempo con todo lo anterior.
Veremos si las próximas encuestas serán o no "medidores inteligentes" de la temperatura ciudadana cuando mira estos hechos... y si la cuenta corriente presidencial todavía tiene fondos.

Cirugía mayor: Contradicción vital

"Cirugía mayor" en salud: la contradicción vital del gobierno, al proponer solidaridad entre hombres y mujeres, entre sanos y enfermos, entre jóvenes y viejos... ¿Aquí sí vale un “sistema de reparto”?




Está sobre la mesa al menos el anuncio general de una gran reforma a la salud en Chile; pública y privada. “Cirugía mayor”, dice el gobierno. 
Falta conocer un montón de detalles y por ahora es difícil evaluar lo anunciado.
Pero hay una contradicción vital, que sí podemos abordar aquí:
Cuando hablamos de reforma a las pensiones, el gobierno separa absolutamente dos mundos: el de la capitalización individual y el de la asistencia del Estado. 
Los trabajadores deben ahorrar en sus cuentas personales para sus propias pensiones, sin destinar ni siquiera una parte de esas contribuciones a pagar las pensiones de los actuales jubilados, como ocurre en los sistemas de reparto. Y para los que no logran ahorros suficientes, o no tienen ningún ahorro, está el aporte previsional solidario o derechamente la pensión básica solidaria, que se financian con recursos fiscales. O sea, con impuestos.
En salud el gobierno aplica otra lógica, que además es diferente según si hablamos de salud pública o salud privada. En la salud privada, los anuncios del Ejecutivo apuntan a igualar la cancha entre hombres y mujeres, entre sanos y enfermos… y a hacerla más pareja también (no igual) entre jóvenes y viejos. 
Pero en la salud privada no hay aportes fiscales. Aquí sí habría entonces sistema de reparto, porque los hombres tendrán que pagar más para financiar planes más baratos para las mujeres, y los jóvenes tendrán que cotizar más para solventar planes también más baratos que los actuales para los viejos. 
Por lo tanto, los hombres jóvenes cargarían en mayor medida con el costo más alto en salud de mujeres y adultos mayores.
¿Por qué no aplica acá el mismo principio de las pensiones, y los subsidios a los menos favorecidos no corren por cuenta del Estado, financiados con impuestos? 
Se responderá que los recursos son escasos, habría que recortar de otra cosa o hasta volver a subir impuestos. 
Pero la contradicción vital está, y puede generar dos reacciones: que en el Parlamento y la opinión pública se rechace el mayor costo que para unos tendrá ir en beneficio de otros… y/o que en el debate sobre pensiones se genere espacio para que allí también se incorpore el “factor solidaridad” entre trabajadores, y al menos una cuota de “reparto”.
Si eso pasa, que quede claro: el reparto, en pensiones y en salud, significa costos directos para los mismos trabajadores. 
Y el financiamiento individual, de las pensiones o de la salud, implica que el Estado debe ponerse para los menos favorecidos, con cargo a impuestos que debieran pagar los que más tienen.

jueves, 18 de abril de 2019

Reforma Tributaria: ¡Menos consignas y mejores argumentos!



El debate sobre la reforma tributaria está plagado de consignas baratas y nos obliga a separar la mitología de la realidad.
Hablamos de impuestos, de plata, de política fiscal, de inversión. Nada de eso es sagrado. No se justifican las declaraciones altisonantes ni las condiciones intransables.
Lo primordial es lograr un sistema más justo, más “crecedor” y más simple.
Si queremos ser justos en serio, habría que partir bajando el IVA, uno de los impuestos más regresivos que hay: castiga a los más pobres, porque se gastan todo lo que ganan en consumo (consumo que paga IVA)… y favorece a los ricos, porque ellos apenas consumen una fracción de sus ingresos, y el resto lo ahorran o lo invierten, con hartos beneficios. 
Pero nadie se atreve a tocar el IVA, porque recauda mucha plata. Las autoridades y los políticos no quieren que ni hablemos del IVA. Es el impuesto más cómodo para ellos.
A veces la mitología es fabricada. Por ejemplo, cuando los partidarios de la reforma del gobierno defienden la integración tributaria, porque traería “equidad horizontal”, con impuestos similares para el capital y el trabajo. 
¿Y desde cuándo la equidad aplica a conceptos, como son capital y trabajo? 
La equidad tiene que ser entre personas. Y con la integración total, los ricos tienen más ventajas que los pobres. Claro, porque les permite descontar de sus impuestos personales lo que sus empresas ya pagaron. Sí, hay profesionales medios y pymes que pueden ser favorecidos… pero los pobres no tienen empresas de dónde descontar impuestos. 
La integración sólo podría ser progresiva si subieran las tasas de impuestos personales a los que tienen mayores ingresos.
En la vereda opuesta, muchos opositores a la reforma confunden todo, y quieren castigar a las empresas, metiéndolas en el saco de “los ricos”. 
Con argumentos como del siglo 19, pasan por alto que las empresas son colectivos formados por capital y trabajo: por capitalistas y trabajadores; muchos de esos capitalistas, por lo demás, son pequeños accionistas, ya sea directos o a través, por ejemplo, de los fondos de pensiones. 
No: no es las empresas a las que hay que castigar: es a sus dueños y controladores a los que hay que exigir más. 
El coeficiente de Gini, que es el instrumento internacional más reconocido para medir la desigualdad, va a mejorar si emparejamos la cancha entre los chilenos personas, no si le ponemos la pista pesada a las empresas donde los chilenos trabajamos. 
Menos mitología, menos ideología y, por favor, mejores argumentos.

martes, 9 de abril de 2019

Corrupción en la Corte

Corrupción en la Corte de Rancagua: Casos de alto interés público se han ventilado en O'Higgins. ¿No habrá por ahí culpables libres o inocentes presos... por razones de plata? #ElADNdelDía




El escándalo de presunta corrupción en la Corte de Apelaciones de Rancagua enciende alarmas que debieran estar sonando mucho más allá (y más acá) de la región de O’Higgins. 

Que no sea solo un juez, un caso aislado, sino tres ministros de ese tribunal intermedio, más una veintena de abogados y otros funcionarios los que están siendo investigados, nos habla de toda una estructura, probablemente dedicada a violar la ley nada menos que en la tarea de impartir justicia.

Eso sugiere que ha sido sistemático, perdurable en el tiempo quizás por años, y supone complicidades, redes de protección, pactos de silencio y, al menos, vistas gordas negligentes, quizás más arriba. 

Si muchos casos judiciales terminan en una Corte de Apelaciones, y sólo excepcionalmente llegan a la Suprema, esa Corte de Apelaciones, en esos casos, es EL tribunal superior; el que dicta sentencias finales; esas que establecen verdades jurídicas. Si hubo en esos fallos tráfico de influencias, o corrió plata para que fueran dictados en una u otra dirección, estamos hablando de algo verdaderamente siniestro. 

En la Región de O’Higgins se han ventilado casos de connotación nacional en el último par de décadas: el tráfico de revisiones técnicas y el llamado “caso coimas” a comienzos de los dos mil; el caso Caval, con todas sus aristas; el escándalo conocido como “la familia” o “la cofradía” de abusos sexuales en parroquias de la zona; las acusaciones al ex canciller de la Iglesia de Santiago; las responsabilidades de la eléctrica CGE en los incendios de 2017… y otros.

En varias de estas causas, cabe volver a preguntarse: ¿A ver? ¿Qué resolvió la Corte? ¿Pagó alguien para que resolviera así?

Más allá (o más acá) de Rancagua: Ninguna medida “antidelincuencia” como las que vociferan a menudo las autoridades, tiene ningún sentido si los jueces son incapaces, o negligentes, y menos todavía si son corruptos. 

No sacamos nada con aumentar penas, rebajar edades de responsabilidad penal, establecer controles preventivos para pillar a “los malos”, si los malos están sentados en los tribunales dictando resoluciones que tienen un precio en plata.

No podemos no preguntarnos si ahora mismo no habrá por ahí culpables que están libres porque pagaron… o, mucho peor aún, inocentes que están presos porque no pagaron.

Operación Renta: ¿Otro "lío de los medidores"?


#OperaciónRenta 2019: ¿Un lío parecido al de los medidores eléctricos? Información tardía, insuficiente y confusa, pero que no debiera distraernos de lo impostergable: sin cotización, no hay pensión. #ElADNdelDía




La Operación Renta 2019 se empieza a comparar ya con el lío de los medidores eléctricos.
Información tardía, insuficiente y confusa.

La mayor inquietud está en la obligación de cotizar que ahora tienen los trabajadores independientes.

Hay quienes ya se sienten burlados, como ese grupo de trabajadores que en 2018 no cotizó en una AFP, pero sí lo hizo para salud, porque eso supone cubrirse frente a urgencias que se perciben como más probables e inmediatas que las apreturas de la vejez. 

El sistema parece asumir que si uno no cotiza para la pensión, no está cotizando nada, y retiene parte de la devolución para pagar el conjunto de beneficios que están en el paquete de la protección social: invalidez y sobrevivencia, accidentes del trabajo, cuidado del niño, salud, pensión…

Pero si ya pagué para salud, por qué me están cobrando eso, es la pregunta. ¿Aplica aquí la norma ya conocida, de que todo exceso pagado en Fonasa o en la isapre debe ser devuelto? ¿Cuántos meses despuésme van a devolver el exceso? ¿No están jugando con mi plata?

Lo peor es que todo esto pasa justo cuando la mayoría de las isapres está anunciando alzas descomunales en sus planes de salud. 

El gobierno debiera tomar nota: se está armando un cóctel peligroso de dudas, frustraciones e indignación.

Por supuesto que tenemos que meternos en la cabeza que cualquiera sea el sistema de pensiones, adonde quiera que nos lleve la reforma previsional, todos debemos cotizar para la vejez. En Chile cotizamos por los montos más bajos del mundo, jubilamos demasiado temprano y vivimos tantos años como en las naciones más desarrolladas.

En todos los países con sistemas más o menos sólidos, los independientes cotizan. 

En España, con reparto, lo hacen por cerca del 30 por ciento del ingreso mensual. En Alemania, 140 euros al mes más un seguro médico obligatorio. En Holanda, pagan un seguro mínimo igual para todos, de 100 euros mensuales; en Francia los independientes deben cotizar desde el segundo año declarando renta como tales, según la renta…

Con capitalización individual o con reparto: sin cotización, no hay pensión.

Pero hagan todo transparente, aclaren luego las dudas, aseguren que la plata de los trabajadores no llene la caja chica de las empresas… porque hablamos de algo mucho más importante que el precio de un medidor inteligente.